¿Volver a la “normalidad” o crear una nueva después de las contingencias?

Por Prof. Omar Orellana O.*

Un modelo económico en Chile que genera inequidades. En Chile llevamos muchos años experimentando políticas socio-económicas que afectan al bien común de la sociedad. Entre estas están el acceso al agua (en tiempos de sequía se ha acentuado), respuestas a catástrofes (ONEMI y SHOA frente al terremoto de 2010), un sistema de salud que colapsa en epidemias de influenza en los inviernos, abusos de poder de los monopolios económicos (colusión de diferentes empresas fijando precios abusivos), financiamiento de la política partidista por empresarios (varios ejemplos que prácticamente no han tenido castigo), transferencia de fondos públicos de salud y de educación a privados en desmedro de los sistemas públicos correspondientes) por citar algunos ejemplos. A todo esto se suma hoy en día una pandemia por el virus corona, que deja de manifiesto la precariedad del sistema de salud público para enfrentar una emergencia de esta magnitud. Se observa descoordinación, centralismo y falta de participación de actores relevantes como la comunidad científica, los colegios profesionales atingentes y los líderes de la población para enfrentar esta contingencia.

La mayor parte de estas carencias en el bienestar de la población se deben a que ha imperado en Chile, así como en buena parte del mundo, una política económica-social, denominada “de mercado”, en que las decisiones de carácter colectivo quedan al albedrío del mercado, que privilegia el individualismo como pilar central del desarrollo económico-social. En aras de la “libertad individual” se ha desarrollado una política en la que el estado tiene un papel secundario en la economía (rol subsidiario) y en el desarrollo social. De todo este somero análisis de la situación actual en Chile es bastante claro que el sistema de mercado con su énfasis en el individualismo como paradigma de la “libertad” (que se limita a la libertad económica”) no es capaz de responder a los problemas colectivos de una sociedad nacional, que si bien es cierto está constituida por individuos, vivimos en comunidades desde familias a barrios, comunas, ciudades, países, regiones en el mundo con interese y problemas comunes. Debido al generación de nuevas tecnologías ha habido un desarrollo explosivo de las comunicaciones por lo que hemos experimentado una globalización de nuestras culturas, costumbres, intercambio de bienes, transporte, comercio, inversiones. Muchos países han desarrollado una economía abierta al mercado que supone favorecería el desarrollo económico de las naciones en base a sus ventajas comparativas por sobre la protección de las economías locales. Esto ha traído como consecuencia que grandes empresas multinacionales han comenzado a tener un poder incontrolable a nivel global que ha redundado en un poder sobre las decisiones de los gobiernos que las favorecen por sobre el bienestar de las personas connacionales. En un comienzo estas políticas se traducen en gran cantidad de empresas locales que se van a la bancarrota con el consiguiente desempleo. Se crean nuevas empresas que contratan a parte de los deempleados en condiciones precarias. Las nuevas economías en los países más pobres son principalmente extractivitas basadas en la provisión de “comodities” sujetos a los vaivenes del mercado controlado por las trasnacionales que especulan con los precios independiente de las necesidades de los habitantes de los países y regiones proveedoras de estos bienes.

La consecuencia social más evidente es la desigualdad en el acceso a los supuestos beneficios del modelo económico para la población. Es real que el ingreso (PIB) en Chile ha subido substancialmente durante las últimas décadas. Sin embargo la acumulación de la riqueza se ha concentrado en muy pocas manos generando una desigualdad que se ve reflejada en la precariedad de una vasta población trabajadora con ingresos extremadamente bajos (la media de ingresos en Chile en 2018 fue de $ 400.000 mensual. INE) . A esto se suman las discriminaciones de género, de edad y a una masa de trabajadores informales que llega fácil al 20 % de la población trabajadora (escondiendo una cesantía real) sin financiamiento de previsión ni salud. Además de estas desigualdades en la distribución del ingreso se suman las deficiencias en el acceso a la educación, a la salud, a pensiones dignas entre otras grandes carencias.

En el contexto nacional, a estas inequidades en la distribución del ingreso se han sumado durante los últimos años varios problemas adicionales. Entre ellos una sequía hídrica que pone de manifiesto otra de las desigualdades a que se somete a la sociedad chilena, la distribución de la tenencia y usufructo del agua (poblaciones enteras han queddo sin agua por su privatización). Otro problema recurrente es el de catástrofes naturales, como aluviones, incendios forestales y de poblaciones (Valparaíso) entre otros, que han dejado en evidencia las carencias de los sistemas de protección de la población.

Grandes problemas mundiales de sobrevivencia. Se suma a este clima nacional descrito brevemente más arriba la llegada durante este año de la peor epidemia mundial (pandemia) de los últimos años, la del virus corona. Esta pandemia ha dado lugar a las más variadas estrategias de protección de la población por parte de los estados en. En nuestro país las autoridades han tomado medidas un poco tardías y con mucha preocupación por el efecto económico que pudieran tener en el corto plazo. Una de las evidencias que ha dejado esta situación es nuevamente las carencias del sistema público de salud para enfrentar catástrofes como la que se está dando. Entre otras la baja capacidad para la detección de personas portadores del virus y de hospitalización de pacientes con insuficiencias respiratorias en camas especializadas. Con un manejo errático y sin participación de la comunidad en un comienzo, hoy persisten dudas sobre la veracidad de las cifras de contagiados, los criterios para decidir sobre las medidas a tomar y el temor a los efectos en la economía.

Para complicar más la situación nacional y la mundial sumamos a todas estas carencias las consecuencias de este modelo de desarrollo económico en el cambio climático que está experimentando nuestro planeta en su conjunto. Con este modelo se dejan todas las iniciativas productivas al mercado se genera en muchos casos una sobreproducción de algunos bienes, muchas veces suntuarios con excesos en los requerimiento de combustibles fósiles, desforestación de grandes zonas de bosques nativos, altos consumos de agua y generación de gases de efecto invernadero produciendo un cambio climático que muchas veces no es reconocido principalmente por los mayores productores de estos efectos nocivos. De no abordarlos harán colapsar en poco tiempo la vida humana sobre la superficie terrestre.

La sociedad nacional no acepta estas inequidades y despropósitos económicos. Desde Octubre de 2019 nuestro país se ha visto convulsionado por la identificación y protesta por la población de toda esta serie de problemas económicos, sociales, de salud y de identidad de nuestra sociedad que nos han estado afectando durante cerca de 40 años. Estos problemas se han estado soslayando por la mayor parte de las elites políticas, intelectuales y de liderazgo ya que se ha impuesto el modelo económico individualista el que es diferente al de bienestar común y contrario sus intereses.

Se prevé que todavía quedan varios meses para que Chile salga de esta epidemia que tiene al país semi paralizado. Las demandas ciudadanas iniciadas en Octubre de 2019 han quedado en “stand by”. Una pregunta que surge en medio de este período de emergencias múltiples que se prolongan por ya tantos años, pero que se han agudizado en estos seis meses es ¿qué pasará en Chile, y en el mundo, después que se logre controlar la propagación del virus Corona y reducir el fallecimiento de personas? ¿Todo volverá a la situación previa al comienzo de la epidemia? Algunos llaman a esto “volver a la normalidad”. En Diciembre de 2019 estábamos en medio de las protestas que se iniciaron en Octubre. Entonces ¿es normal la situación antes de esa fecha? Desde esa fecha se protestaba por la situación política-económica-social que se arrastraba por más de 40años en Chile. ¿y los problemas de la distribución y escasez de agua desde cuándo se arrastran? ¿El cambio climático desde cuándo se arrastra? ¿Los incendios forestales? Estos por nombrar sólo algunos de los problemas que aquejan a nuestra población, y que varios son extensivos a buena parte de la población mundial.

Un nuevo orden para Chile y el mundo. No podemos pensar que la situación previa a las emergencias presentes haya sido normal. La situación era anormal porque el sistema económico imperante deja el desarrollo del país al albedrío del mercado, que privilegia el lucro de unos pocos por sobre los problemas de la mayoría de la población. El mercado no se preocupa de las carencias de agua, usa el agua. No se preocupa del cambio climático, genera gases de efecto invernadero porque sus necesidades de corto plazo así lo requieren, no desarrolla sistemas de salud pública que protegen a toda la población porque son muy caros y muy pocos los que lo pueden pagar. No se puede volver a una “normalidad” donde el mercado es el modelo del desarrollo sabiendo que el mercado es incapaz de resolver esos problemas de las poblaciones porque no está en su interés. Sólo tiene como objetivo profitar de los problemas de estas mismas poblaciones. Estas múltiples contingencias han generado las condiciones para dar inicio a la generación de nuevas propuestas de desarrollo económico-social con miradas más humanas y globales.

No basta con protestar, ni con cambiar el sentido simbólico de una plaza en Santiago. Se requiere de líderes que puedan guiar estas demandas hacia generar una conciencia que la participación ciudadana es la herramienta que permitirá generar los cambios necesarios en la economía y en las relaciones sociales. No se trata de utopías en las que un grupo de iluminados nos diga que lo que hay que hacer es expropiar a los ricos para que se repartan los bienes y el dinero. Se trata de propuestas de desarrollo armónico en que el capital tenga un objetivo más solidario que acumularlo en unas pocas manos. Se trata de propuestas en que los bienes que se produzcan sean para satisfacer las necesidades básicas de las personas, no para inventar productos innecesarios que potencian el consumo. Se trata de tener en cuenta que las personas valen porque son personas, no consumidores, ni tampoco masas que apoyan a un partido o una revolución impersonal y castradora. Se trata de que las poblaciones mundiales, independiente de nuestra diversidad inherente a nuestras culturas, tenemos problemas comunes que se pueden abordar con miradas comunes respetando su idiosincrasia. Hacen falta líderes que sean capaces de tener miradas más allá de las fronteras de cada país, con visiones regionales o mundiales. Hace falta por sobre todo que el capital se distribuya con una mirada más amplia y solidaria y no constreñida en la idea que el lucro es legítimo en sí y resuelve los problemas de las personas. Eso es falso. Lo dicen incluso representantes del modelo económico (Financial Times 03/2020). Las respuestas a esta pandemia las han abordado los estados, no los privados que detentan el poder económico. Por el contrario, en la pandemia del virus Corona han insistido que en lo que hay que proteger es la economía más que la protección a las personas.

La generación de una nueva constitución en Chile es un paso determinante en generar el nuevo orden que se requiere para abordar el desarrollo nacional con la perspectiva solidaria que se requiere. Para esto se requiere que surjan los nuevos líderes con la credibilidad, legitimación y el escrutinio de la ciudadanía, que no estén contaminados por la corrupción ni la historia de largas permanencias en la representación política bajo los esquemas que se están cuestionando. No basta con salir a protestar, con enarbolar banderas de reclamo por los abusos e inequidades. No bastan las banderas de los partidos políticos que están deslegitimados. Se requiere de nuevos movimientos que surjan con líderes desde las bases (no cooptados por los partidos tradicionales ni caudillos polulistas). Nuevas ideas han surgido, se requieren nuevos movimientos y líderes que las canalicen en beneficio de la mayoría de la población. Siempre teniendo como objetivo las personas como individuos y como sociedad, las dos visiones que movilizan a la especie humana al mismo tiempo porque son indisolubles. Nunca una u otra exclusivamente como nos han querido convencer por mucho tiempo (religiones, revoluciones, políticas económicas). Porque los planos de una y otra son diferentes y complementarios, no contrapuestos.

*Es investigador de ICBM Facultad de Medicina Universidad de Chile.

Autor entrada: Convergencia Medios

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