En este comienzo de año hemos sido testigos de una nueva ofensiva de los Estados Unidos por derrocar al Gobierno de Nicolás Maduro y hacerse del control del petróleo venezolano. Esta ofensiva se impulsa luego que el 10 de enero de 2019, Nicolás Maduro asumiera un segundo periodo presidencial luego de ganar con amplia mayoría las elecciones en 2018.
El guion es conocido. Un desconocido Juan Guaidó, asociado a Leopoldo López, sin mérito alguno y electo diputado con menos de 100.000 votos, se auto-proclamó como Presidente “Encargado” de Venezuela el 23 de enero en una manifestación en Caracas, mediante una artífice interpretación de la Constitución, donde se establece que en caso de abandono de los deberes del Presidente – cuestión que no ocurre en este caso – el Presidente de la Asamblea Nacional asume las funciones como Presidente Encargado y debe convocar a elecciones en un plazo de 30 días.
A pesar de lo absurdo en términos jurídicos de esta “interpretación constitucional”, Estados Unidos, minutos después de esta autoproclamación reconoce por Twitter a Guaidó como el “legítimo Presidente” de Venezuela. Acto seguido, los Gobiernos del denominado Grupo de Lima – con la excepción de México – reconocen también a Guaidó. Días después, algunos Gobiernos de Europa como España y Francia, también reconocerían a Guaidó como presidente, avalando una acción inverosímil, donde una persona que no se postuló para Presidente, se auto-proclama como tal en el contexto de una manifestación en una plaza pública en Caracas.
Sin territorio controlado ni tropas que dirigir, la estrategia de Estados Unidos y su títere Juan Guaidó, consistió en desplegar una política ofensiva en términos mediáticos, contando con todo el apoyo de los grandes medios de comunicación de masas; diplomáticamente, presionando para que Gobiernos desconozcan a Nicolás Maduro como Presidente y reconozcan a Guaidó; económicamente, robando dinero del pueblo venezolano en el exterior (apropiación por Estados Unidos de $31.000 millones de dólares de la Empresa CITGO, cuyo accionista mayoritario es PDVSA, y apropiación de $3 millones de dólares por el Reino Unido) y acciones de boicot a nivel interior de la economía venezolana; y militarmente, por el momento, han querido quebrar a las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB) ofreciéndoles amnistía y a través del despliegue de una guerra sicológica. Asimismo, considerando que Guaidó solo cuenta con 30 días – según la antojadiza interpretación constitucional – para convocar a elecciones, el 23 de febrero fue definido como el “Día D”, que estaría caracterizado por ser el día en que ingresaría la ayuda humanitaria de Estados Unidos y los países que le secundan. Guaidó afirmaría que la “ayuda humanitaria” entraría sí o sí.
No obstante, la estrategia diseñada no ha funcionado como deseaban. En el plano mediático las redes sociales chavistas – incluyendo corresponsales extranjeros – y medios internacionales como RT y Telesur han logrado contrastar a los medios hegemónicos, desmontando las mentiras y sobre todo, la situación de “crisis humanitaria” que se viviría al interior de Venezuela.
En el plano económico, los saqueos a la empresa CITGO han sido duros, sin embargo, la solidaridad de otros países como el caso de India, quienes ofrecieron duplicar la compra de petróleo venezolano, han demostrado que no será tan fácil para Estados Unidos y las potencias imperiales intervenir en otros países. En el plano nacional, si bien existe una escasez grave de medicamentos, las CLAP han logrado de entregar alimentos a más de 6 millones de familias venezolanas mes a mes, no sólo incluyendo a la población de clase baja, sino también a segmentos que podríamos denominar como de “clase media”.
En el plano diplomático, los Gobiernos títeres de Estados Unidos radican principalmente en América Latina y Europa. Sin embargo, la cantidad de países que reconoce a Nicolás Maduro como legítimo presidente de Venezuela casi triplica a los países que reconocen a Guaidó. De 195 países de Naciones Unidas, no más de 50 países reconocen a Juan Guaidó como Presidente. La OEA, a pesar del fetiche de su Secretario General, Luis Almagro, en contra de Nicolás Maduro, no logró los votos suficientes para suspender a Venezuela. Lo mismo ocurrió en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Como contrapartida, Jorge Arreaza, Canciller de Venezuela, ha logrado articular a un grupo con más de 60 países que apoyan la paz en Venezuela y se oponen a cualquier intervención militar que pueda ser propiciada por los Estados Unidos. Asimismo, cuenta con el apoyo de Rusia y China.
En el plano militar, la guerra sicológica desplegada sobre las FANB no ha tenido los resultados esperados. Las fugas de militares no superan los 70 miembros de un total que puede alcanzar los 200.000 militares. Tan mal les ha ido con las ofertas de amnistía, que han celebrado el goteo de uno a uno de desertores de las FANB, quienes llegan como “héroes” a Colombia. Incluso celebran la acción violenta de dos miembros de las FANB que durante este 23 de febrero atropellaron a dos personas, incluyendo a una foto-reportera chilena.
Los distintos planos anteriores, se cruzaban con el hito del ingreso de ayuda humanitaria a Venezuela, el cual se materializaría este sábado 23 de febrero – fecha en que se cumplen los 30 días desde que Guaidó se autro-proclamó – por las fronteras de Brasil, de Colombia y de las islas del Caribe (Curazao, Aruba y Bonaire). El concierto convocado como #VenezuelaAidLive no tuvo los efectos esperados, a pesar del gran despliegue mediático a nivel mundial. El Gobierno de Venezuela logró mostrar que esta “ayuda humanitaria” sólo consistía en una estrategia de Estados Unidos para implementar su política intervencionista y que no sería extraño que el ingreso de estos supuestos alimentos y medicamentos, encubriera el ingreso de armas, tal como lo hicieron en los años ochenta en Nicaragua. Además de ello, tanto las Naciones Unidas como la Cruz Roja Internacional – incluyendo su sección colombiana – consideraron que esta operación no se podía considerar como ingreso de “ayuda humanitaria” bajo las definiciones del Derecho Internacional Humanitaria, toda vez que no cumplía con los principios de imparcialidad y neutralidad, ni contaba con el consentimiento del Gobierno del Estado al cual querían ingresar la supuesta ayuda.
A pesar de lo anterior, Estados Unidos y sus títeres – incluyendo a Guaidó – insistieron en que este 23 de febrero sería el “Día D”. Pero fracasaron. Más allá de unos enfrentamientos aislados en la frontera, no ingresaron la supuesta ayuda humanitaria tal como habían prometido. Las FANB no se quebraron y sólo desertaron menos de 10 personas durante el día. Éstas tampoco cayeron en provocaciones, no obstante, se les quiere vincular a la quema de un camión con supuesta ayuda humanitaria, aunque imágenes difundidas muestran que los propios guarimberos desde el lado colombiano serían quienes incendiaron el camión.
Y el factor más importante de fracaso del golpe de Estado este 23F se dio en las ciudades de Venezuela, donde la oposición no logró tomar la calle ni realizar acciones masivas de movilización. Por el contrario, el chavismo repletó las calles manifestando su apoyo al proceso bolivariano y al Gobierno de Nicolás Maduro. Esto fue destacado hasta por CNN.
La presencia de Presidentes de otros países como Iván Duque, Sebastián Piñera y Marcelo Abdo (Paraguay) no sirvió de nada a la oposición venezolana. Tampoco les ayudó los dichos de Miguel Bosé contra Michelle Bachelet en el Concierto. No le quedó otra a Juan Guaidó que reconocer que no pudieron hacer el ingreso de ayuda humanitaria, ordenando que la retirarían de las fronteras para ponerlas en riesgo. Sólo responsabilizaron a Nicolás Maduro de la quema de los camiones con alimentos, a pesar de que las evidencias muestran que se habría producido en territorio colombiano por la acción de los guarimberos. Este ataque de “falsa bandera” podría ser la excusa para que en reunión del Grupo de Lima, que se realizará el próximo lunes 25 de febrero, se impulsara por Mike Pence, Vicepresidente de los Estados Unidos, una invasión a territorio venezolano.
Juan Guaidó ya no cuenta con la aparente legitimidad producida por la interpretación acomodaticia de la Constitución. El plazo de 30 días para convocar a elecciones terminó. Al cruzar a Cúcuta, territorio colombiano, violó la medida cautelar que establecieron los tribunales venezolanos por la investigación que llevan a cabo por enriquecimiento ilícito. Esto significaría que al regresar a territorio venezolano podría ser detenido. Además de lo anterior, Guaidó fue trasladado a Colombia de forma ilegal, pues un helicóptero colombiano violó el cierre de frontera aérea impuesta por Nicolás Maduro ante las tensiones en las fronteras.
El balance es positivo para el chavismo. Ha logrado resistir, nuevamente, la embestida del imperialismo. Sin embargo, el escenario sigue abierto. Es posible que el lunes, amparados en el ataque de falsa bandera que ellos mismos realizaron, quieran justificar una intervención militar, pues ante la inexistencia de quiebres sustantivos en las Fuerzas Armadas y ante la inexistencia de movilizaciones masivas en las calles, la única alternativa que le está quedando a Estados Unidos para apropiarse del petróleo venezolano es meter todas las manos en la guerra.
En este escenario, la solidaridad internacional es fundamental para sostener el proceso venezolano. En el plano nacional chileno, decenas de organizaciones se autoconvocaron en las afueras de la Embajada de Venezuela en Chile (en Av. Pedro de Valdivia con Bustos, Providencia) para evitar que ocurrieran los ataques que sucedieron en Costa Rica y en el consulado venezolano en Guayaquil, Ecuador. Este 23 de febrero se logró el objetivo, a pesar de las acciones provocadoras de venezolanos. Esta solidaridad proveniente del campo popular también se ha desplegado en Concepción, donde se ha convocado a una “Firmatón por la Paz” y en Iquique, donde se constituyó una “Coordinadora Bolivariana”.
El movimiento popular chileno ha tenido una postura distinta a la Sebastián Piñera y al establishment nacional, que incluyendo a sectores del Frente Amplio, consideran al Gobierno de Nicolás Maduro como una dictadura. En el caso de Piñera, llegó al extremo de viajar a Cúcuta al show de entrega de ayuda humanitaria, aunque pareciera que en conjunto a sus intereses de posicionarse ante las cámaras de televisión, también fue a cuidar y fomentar sus inversiones en la Bolsa de Valores de Colombia, donde tiene cuantiosos recursos invertidos.
La tensión se mantendrá en los próximos días, por lo cual deberemos estar atentos a una posible radicalización de las acciones por parte de Estados Unidos y Colombia, al haber fracasado las acciones no violentas.
En estos momentos, a pesar de las críticas que podamos tener con el proceso bolivariano y el Gobierno de Nicolás Maduro, no se pueden tener medias tintas. O se defiende al pueblo venezolano y la paz en Venezuela, o bien se apoya a Estados Unidos y al imperialismo para que intervengan por la fuerza a Venezuela. En estos momentos, en Venezuela se juega el destino del movimiento popular en Sudamérica y en el mundo. Esperamos que el Bravo Pueblo venezolano salga victorioso en esta pasada y reconduzca los caminos hacia la revolución bolivariana y socialista.