El 24 de mayo se conoció la sentencia del denominado “Caso Gürtel”, el cual involucraba una trama de corrupción entre empresarios y líderes políticos del Partido Popular (derecha española). El Tribunal condenó al Partido Popular a un pago de 245.492 euros por haber sido financiado ilegalmente a través de lo que se denominó la “Caja B” del partido, una estructura de recursos financieros obtenidos ilegalmente. Lo que era conocido por todos quedó constatado por la justicia española.
Esto activó una moción de censura al Gobierno de Mariano Rajoy (Partido Popular) liderada por Pedro Sánchez, Presidente del Partido Socialista Obrero Español. Contra los pronósticos iniciales, la moción de censura prosperó y Rajoy fue destituido el viernes, asumiendo como Presidente de Gobierno Pedro Sánchez. El viejo PSOE – que muchos daban por muerto – sin tanta verborrea de asalto al poder, terminó gobernando nuevamente España.
Luego de 48 horas de asumido, no se sabe bien que pretenderá hacer, pues ni el mismo se lo esperaba. El Partido Nacionalista Vasco (PNV), que había apoyado al gobierno de Mariano Rajoy en la aprobación de los presupuestos, aceptó apoyar la moción de censura imponiendo dos condiciones: (i) respetar el presupuesto español basado en la austeridad fiscal y aprobado sólo un día antes que se conociera la sentencia del caso Gürtel; y (ii) no convocar a elecciones anticipadas. Esto último sería una de las pocas certezas que existe.
Esto significará que Pedro Sánchez deberá gobernar. Algunos – incluyendo a sectores de Podemos y al progresismo mundial – se ilusionan con un gobierno de transformaciones, que en el mejor de los casos se asemeje al Gobierno de Portugal, rompiendo con la lógica de austeridad fiscal.
Sin embargo, lo más probable es que se asemeje al Gobierno de José Luis Zapatero, quien tuvo un gobierno progre, con énfasis en garantizar derechos civiles (reconocimiento de minorías, derecho al aborto y medidas de memoria histórica), pero manteniendo una continuidad con las políticas de Estado.
La izquierda española – sobre todo al interior de Podemos – pareciera dividirse en dos posturas. Una parte, liderada por Pablo Iglesias, le ofrece a Sánchez un Gobierno en conjunto para realizar las transformaciones sociales en España basadas principalmente en la recuperación de derechos sociales y una actitud de diálogo con territorios como Cataluña y el País Vasco; mientras que otra plantea la necesidad de mantenerse fuera del Gobierno, presionando desde los movimientos sociales, desde la movilización callejera y desde el Parlamento al Gobierno de Sánchez, relacionándose con el Gobierno como oposición y exigiéndole un programa de conquistas concretas. Esta última tendrá por objetivo desbordar un programa tradicional del PSOE y pareciera ser la opción que les permitiría avanzar en cuanto a las transformaciones sociales que España necesita.