Por José Carlos
El Senado brasileño aprobó con una mayoría de 55 votos a favor, una abstención y 13 votos en contra, el decreto que propuso Temer y su gobierno ilegítimo, el que estableció una intervención federal por parte de los militares en el Estado de Río de Janeiro hasta finales de 2018.
La Cámara baja hizo lo mismo, con una votación en contra de 72 parlamentarios, mientras que a favor lo hicieron 340. Por lo tanto, la alianza entre el Congreso de Brasil y el gobierno ilegítimo de Temer, revistió de legalidad la intervención de las Fuerzas Militares en la seguridad pública de Rio.
Compleja situación se genera en el país más grande de Latinoamérica, pues se abre otro ciclo político y una nueva configuración de la democracia representativa dentro del modelo neoliberal. Esto se debe a la necesidad de poder mantener la hegemonía de los capitales transnacionales al interior de Brasil, los cuales son parte del entramada que presiona una reconfiguración geopolítica global y, en especial, en América Latina, haciéndolo de una forma mucho más agresiva que en ocasiones anteriores.
Cabe mencionar que el actual presidente Temer no fue electo, sino designado por uno de los parlamentos más corruptos de la región, quebrando una alianza con el Partido de los Trabajadores, en el cual milita Dilma Rousseff, ex presidenta destituida el año 2016.
La situación política que se esgrime para decretar el Estado de Excepción es el incremento de la violencia de las distintas bandas y grupos criminales en las zonas de Río de Janeiro, las cuales han provocado una gran suma de asesinatos. Sin embargo, el gobierno omite las verdaderas causas de esta violencia, las cuales son consecuencia de la necesaria marginación que realiza el capital de determinados sectores de la población brasileña.
La militarización del Estado significa que el mando de las policías Militar y Civil, además del Cuerpo de Bomberos, quedará bajo el control del General del Ejército brasileño Walter Souza Braga Netto.
Esta decisión es un parche ante un sistema capitalista que generador de miseria, el cual empuja a su población a buscar mecanismos por fuera de la ley para asegurar la reproducción de sus vidas. Millones de niñas, niños y jóvenes se ven casi obligados a engrosar las filas del narcotráfico, bandas, y grupos armados que incesantemente han estado en el ojo de la seguridad pública, pero que al igual que en las diferentes partes del mundo, la única respuesta ha sido la criminalización y el encarcelamiento, en lugar de transformar radicalmente el modelo de vida que hasta ahora se ha generado.
Ejemplo de esto es que Brasil cuenta con un avanzado sistema de empleo informal que ha ido superando el empleo formal por primera vez. En diciembre del 2017 los trabajadores informales (sin cartera o por cuenta propia) eran 37,1% del total, o 34,2 millones, superando el contingente formal, que sumaba 33,3 millones. Según el IBGE(Encuesta Nacional de Hogares mensual), fue la primera vez en la historia que el número de trabajadores sin cartera firmada superó al conjunto de empleados formales.
Justo en un momento político de suma fragilidad, cuando la agenda neoliberal más dura de Temer, está siendo resistida en las calles con marchas multitudinarias, que expresan un rechazo general al conjunto de políticas que sólo generan grandes utilidades a los grupos económicos de siempre, vulnerando una vez más los intereses de la población del país.
Esto puede traer varias consecuencias que se deberán ir analizando en los días siguientes. No obstante lo anterior, podemos vislumbrar que esta decisión, por una parte, se justifica en la necesidad de la casta política representativa de los intereses de los capitales trasnacionales para seguir dominando con cierta estabilidad. Por otro lado, significa la posibilidad de reabrir un proceso de gobiernos neoliberales que administren los diferentes países, a través de gabinetes militarizados o con fuerte presencia de generales, ante una reconfiguración de la geopolítica a nivel mundial. Esto va en línea a los crecimientos que ha tenido la ultra-derecha en todo el mundo.
El rol preponderante que pueden ocupar los militares en Brasil, quienes históricamente han sido parte constitutiva del bloque dominante de dicho país, se hace más complejo cuando vemos las diferentes iniciativas que ha generado el sector militar de Estados Unidos en América Latina, quienes han realizado movimientos de tropas para acorralar a Venezuela en las últimas semanas. Recordemos los ejercicios militares en la zona del Amazonas o el fortalecimiento de la doctrina militar estadounidense que impera en los diferentes sectores militares de casi todos los países de nuestra región.
El impacto en el MOVIMIENTO POPULAR brasileño y continental estará por verse, al igual que las repercusiones del fortalecimiento de una agenda capitalista en una nueva fase de acumulación a escalas globales.