Evolución histórica del fútbol: una revalorización del futbol amateur

Por Danilo Mora Godoy, profesor de Historia y autor del libro “Los muchachos de la Ñ: historia de los anónimos”

 El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue”

Eduardo Galeano

Los primeros recuerdos que tengo, relacionados con el fútbol, es con esas interminables pichangas en el pasaje de la población donde vivía cuando niño, donde bastaban dos jugadores y un balón para armar un partido de final incierto. Hubiésemos jugado toda una tarde si de nosotros dependiera esa decisión, no importando el picor del sol a las tres de la tarde en pleno verano. El arco era medido con uniformados pasos, los verticales eran reemplazados por un cúmulo de piedras de diferente tamaño ¿y el travesaño? ni hablar, era imaginario y quedaba a criterio de los mismos participantes en el juego. Eso era todo el preparativo. Lo que venía a continuación era jugar.

Ese fútbol no sabe de millonarios traspasos, de sociedades anónimas ni del poder político-económico que ronda constantemente al fútbol. Frente a mi casa crecí viendo cada fin de semana fútbol amateur, de equipos de barrio. Alternaban la localía el Deportivo Chile, Cruz Azul y luego Barrabases.

Paralelo a esto, cada vez que podía, iba al estadio a ver a Ñublense, que por aquellos años deambulaba entre los últimos lugares de la segunda división y la tercera.

Los tres escenarios descritos anteriormente corresponden a diferentes maneras de vivir el fútbol, un deporte que llegó en el atardecer del siglo XIX a Chile, y que dio, en el puerto de Valparaíso y sus cerros, los primeros pasos.

El fútbol fue traído a Chile desde Inglaterra desde fines del siglo XIX por los marinos mercantes que en los puertos pasaban el rato practicando este deporte en equipos de once jugadores por lado. Como señala Daniel Matamala en su libro “Goles y Autogoles: Historia política del fútbol chileno”, pronto deja de ser cosa de gringos y empieza a integrarse al juego la población chilena.

Los primeros clubes, los más antiguos, están precisamente en las zonas portuarias. Es en Valparaíso –la cuna del fútbol chileno- donde se fundan clubes como Valparaíso F.C., Chilean, Mackay and Sutherland, Victoria Rangers, Santiago Athletic, Santiago Rangers, National F.C. y Santiago Wanderers, el club activo más antiguo del fútbol chileno.

Cuando deja de ser cosa de gringos y empieza a ser practicado y seguido por la población local de forma masiva, fue visto por el Estado como un elemento de control social, un deporte que era útil para disciplinar al bajo pueblo inmoral, ocioso y lleno de vicios, como una instancia para mejorar la razai. Es por esto que el fomento del fútbol estuvo desde 1927 bajo el alero de la Dirección de Deportes, Educación Física y Moral, dependiente del Ministerio de Guerra.

Desde la década de 1960, algunos sectores y corrientes de pensamiento influidos por la teoría crítica de la escuela de Franckfurt, han señalado muchas veces –y con justa razón- que el fútbol es el nuevo opio del pueblo, por el fanatismo que alcanza en las personas, enajenándolas y manteniéndolos despreocupados por sus reivindicaciones, cumpliendo un rol desarticulador en los movimientos sociales.

Volviendo a los inicios de este deporte en nuestro país, se puede afirmar que en su origen en Chile no fue un deporte de clases populares, es más, fue utilizado por la élite con la finalidad de controlar, moralizar y civilizar a estos sectores, pero se les fue de las manos. El fútbol entregó un escenario perfecto para que los sectores populares se reconocieran entre sí, se organizaran, ayudaran y aprendieran con la excusa del deporte, entendiendo que los clubes de fútbol no eran necesariamente la panacea de la democracia y la participación. Fue un marco ideal para que –a partir de auto organización, solidaridad y cooperación- los sectores populares se rebelaran frente a este intento de control y disputaran la hegemonía a los grupos dominantes, apropiándose de esta bestia con nombre gringo.

Esto se corrobora con la gran cantidad de clubes de fútbol que fueron fundados entre 1900 y 1950 en Chillán: 146 clubes de fútbol, y que en algunos casos tuvieron otras ramas deportivas. Muchos de estos clubes tuvieron una vida efímera; no obstante, la explosiva aparición de este tipo de instituciones corrobora la tesis que fueron un espacio de participación social potente.

Entre la naturaleza de estas instituciones se puede decir que muchas tenían una raigambre territorial con diferentes barrios de Chillán, sobre todo después del terremoto de 1939. Es ahí donde aparecen con fuerza clubes como el Cóndor, del sector sur oriente de la ciudad; los poderosos Junior y Eléctrico Santa Elvira, de los barrios del Norte; o el Club Deportivo Avance, del entonces pujante y bohemio sector poniente de Ultraestación.

Otro grupo importante de clubes representaba a trabajadores de empresas estatales y privadas, así como a gremios de diferentes ramas, como lo eran los equipos de Bancarios, Deportivo Caja de Crédito Popular, Correos y Telégrafos, Caminos Ñuble, Ahorronac, Unión Obrera F.C., Moltedo, Deportivo Empleados de Zapatería, Compañía de Alcoholes, Toneleros, Gran Hotel, entre muchos otros. Este tipo de clubes proliferó en la década de 1940 producto de la formación de la Asociación de Clubes Particulares, ente paralelo a la Asociación de Fútbol de Chillán.

Desde la llegada del balompié a Chile, y con la profesionalización de este deporte, cristalizado en la creación de la Liga de Football Profesional de Santiago en 1933 y la posterior fundación de la Asociación Central de Fútbol (ACF) en 1938, antecesora de la actual ANFP, ese único deporte empieza a escindir su camino en dos variantes que hoy en día guardan abismantes diferencias: el fútbol profesional por una parte, y el amateur por otra. No obstante, la orgánica de los clubes profesionales era similar a los clubes amateur hasta iniciados los años 2000. La separación de estos caminos de forma total quedó consumada con la promulgación de la ley de sociedades anónimas deportivas profesionales (SADP), finalizando el gobierno de Ricardo Lagos y por moción original del empresario Sebastián Piñera cuando fue senador en el período 1990-1998.

En una próxima ocasión hablaremos del contraste del futbol amateur con el futbol profesional chileno, administrado bajo el modelo de Sociedades Anónimas, tomando el caso del Club Deportivo Ñublense, para con ello tener un esquema sobre el rol social de este deporte en el país.

i Matamala, Daniel. 2015. Goles y autogoles. Historia política del fútbol chileno. Santiago, Viral Ediciones. pp 20-22

Autor entrada: Convergencia Medios